Novak Djokovic vuelve a ser el gran candidato a quedarse con el Masters 1000 de Shanghái. En un torneo marcado por ausencias y contratiempos, el panorama parece despejado para que Nole sume otro trofeo a su extensa colección. 

Para avanzar a semifinales, Djokovic deberá medirse este jueves 9 de octubre al belga Zizou Bergs, un rival al que nunca se ha enfrentado: el duelo será su primer enfrentamiento directo en la carrera. La expectativa es que Djokovic imponga su jerarquía, aunque Bergs ha jugado con valentía, su irregularidad en momentos clave puede jugarle en contra. Se prevé un partido exigente, con muchos intercambios largos y oportunidades mínimas para romper el servicio del rival.

Hasta ahora, el camino hacia la final le ha exigido duelos duros: Djokovic cedió sets ante Yannick Hanfmann y Jaume Munar, en partidos disputados bajo condiciones extremas de calor y humedad, debiendo aplicar tiempos médicos e incluso soportando episodios de fatiga severa e incluso vómitos en cancha. 

En la victoria frente a Munar (6-3, 5-7, 6-2), tuvo que sobreponerse a molestias en la pierna izquierda y al agotamiento físico para avanzar a los cuartos.

El serbio, actual número uno del mundo, ha demostrado una vez más su capacidad para adaptarse a cualquier superficie y mantener un nivel competitivo que parece inquebrantable, incluso frente a una generación más joven que sigue buscando cómo destronarlo. 

Si Djokovic logra coronarse en Shanghái, alcanzaría su 41º título de Masters 1000, ampliando su propio récord histórico en esta categoría. Actualmente comparte la cima de la tabla con Rafael Nadal, ambos con 40 conquistas, pero el torneo chino podría darle a Novak una ventaja más en esta eterna rivalidad estadística que ha definido la última era del tenis.

El camino hacia el título luce favorable. El cuadro quedó debilitado por la ausencia de Jannik Sinner, número dos del ranking ATP, quien decidió descansar tras una larga temporada, y también por la baja de Carlos Alcaraz, que no viajó a Asia. Dos de los principales contendientes al trono no están presentes, lo que deja a Djokovic con un recorrido, al menos en teoría, más accesible hacia la final.


Otro factor que juega a su favor es el estado físico de Daniil Medvedev, campeón en 2019 y considerado uno de los pocos capaces de incomodar a Djokovic en pista dura. El ruso sufrió calambres en su último partido, lo que pone en duda su rendimiento para los próximos encuentros. Sin un Medvedev al cien por ciento, las amenazas reales para Novak se reducen a jugadores de segunda línea o jóvenes talentos aún sin la consistencia necesaria para desafiarlo en instancias decisivas.

El Masters 1000 de Shanghái, que regresa tras una pausa de cuatro años por la pandemia, se disputa en condiciones de humedad y velocidad media, un entorno que históricamente ha favorecido a Djokovic. El serbio ya ha ganado este torneo cuatro veces (2012, 2013, 2015 y 2018), y es el jugador más exitoso en su historia.

Con experiencia, jerarquía y una oportunidad inmejorable, Djokovic tiene el escenario perfecto para extender su leyenda. En Shanghái, el número uno del mundo no solo busca un nuevo título, sino reafirmar que, a sus 38 años, sigue siendo el referente indiscutido del tenis mundial.